Jaguar

La agnóstica comunión con lo diferente

En 1931 se realizó la misión Dakar-Djibouti, a cargo del etnólogo Michael Griaule. Su finalidad era obtener más información sobre las poblaciones africanas y recolectar objetos para fines museográficos: ya nada sería lo mismo después.

La impugnación al colonialismo no sólo vino de aquellos involucrados directamente en esta peregrinación laica científica, en forma de diario de campaña como El África fantasmal, de Michael Leris, e incluso como el irrepetible estudio del propio Griaule sobre el pueblo Dogon, sino también de la generación posterior, la que asistió en París a los cursos de etnología en L´École de Hautes Études en Sciences Sociales y a las proyecciones de lo nunca visto en la Cinemateca Francesa.

En este contexto histórico y desde esta doble vertiente Jean Rouch –ingeniero civil en un proyecto de construcción en Níger– deviene en antropólogo y deviene en cineasta. Sus films son un viaje evocativo que los africanos comparten con nosotros. Son acerca de la diferencia a través de esa misma diferencia: casi una prestidigitación. En ese casi está el cine de  Rouch. Fernando Pujato.

Todo viaje define menos un recorrido que un aprendizaje. La larga caminata de Lam, Illo y Damouré desde su pequeña aldea natal propicia el alumbramiento de un nuevo mundo, desdoblado e incipiente: el de la gran ciudad para el trío protagonista, con sus brillos, espejismos y avatares; el de toda una cultura para nosotros. Las imágenes y sonidos de Rouch ofician de medium.