Una pesquisa detectivesca es el vehículo para abordar, de manera tangencial en sus contenidos, de forma implícita en su espíritu, una violencia que parece fagocitarse ya no sólo el presente de México, sino el de buena parte de este rincón del mundo. Tomando como punto de partida 2666, la monumental novela de Roberto Bolaño, la película de De Los Santos Arias arroja el ancla en varias fronteras (menos problemáticas pero no por eso menos interesantes que las habitualmente asociadas al país azteca) y se vale de la obra del chileno como impulso y fuente inspiradora desde la cual evitar convertirse, a fuerza de ideas de cine, en una de esas habituales traslaciones perezosas de un universo literario a la pantalla. En la ficcional Santa Teresa todo puede ser al mismo tiempo peligroso e irónico, barroco y barroso, radical y moderno aunque roce algunas de las más pintorescas tradiciones mexicanas. Ese ir y venir nunca es aleatorio, más bien un calculado laberinto cuya salida sirve para dar cuenta, desde una pequeña ciudad, de cierto estado de las cosas.