Francisca, Scarlet, Javiera, Nain: cuatro adolescentes a los que el director Guzmán les dio la posibilidad de narrar sus historias -y ellos a él. Nuestro recorrido individual está atravesado por las formas culturales mediante las cuales nos relacionamos con los otros. A través de la familia, de la escuela, de los amigos, del trabajo, del amor. En estos cuatro relatos entrañables, la fragilidad del sistema educativo chileno y del seno familiar se sostiene por la amistad, aquella familia adoptiva que nos abraza o nos levanta cada vez que nos caemos de bruces. Sus voces en off, al contar sus miedos y sus deseos de vida, se encargan de que estas melodías fugaces formen parte de nuestras emociones. Son trozos de una realidad infausta convertidos en un poema amoroso a la sensibilidad juvenil. Un plano excepcional: el lento recorrido de la geografía expresiva de sus miradas.